Crean un chatbot de voz que responde y desespera a los teleoperadores de marketing
Barbablanca («Whitebeard «) es un chatbot de voz que suena como si fuera un humano. Es la creación de Roger Anderson, un hombre de 54 años de Monrovia, California, que emplea IA para frustrar y hacer perder el tiempo a teleopradores de marketing y estafadores.
Barbablanca contesta las llamadas telefónicas y hace perder el tiempo a la persona que está al otro lado, mencionando temas sin sentido como «¿Puedes ayudarme a averiguar cómo cambiar de canal para ver mi programa favorito?»
Utiliza GPT-4, el software de OpenAI, para procesar la perorata del teleoperador y generar respuestas. Una vez listo, el texto de la IA se introduce en un clonador de voz, que prosigue la conversación.
Las quejas sobre llamadas telefónicas no deseadas son «de lejos, la mayor categoría de quejas de los consumidores estadounidenses, que reciban en media unas 14 llamadas no deseadas al mes. Los sistemas de marcación automática de los centros de llamadas pueden realizar fácilmente 100 llamadas por segundo, buscando constantemente personas dispuestas a permanecer en línea.
Anderson disfruta burlando estos sistemas. Empezó su guerra contra los vendedores telefónicos hace casi una década, después de que uno llamara al teléfono fijo de la familia y le dijera una palabrota a su hijo. Empezó con un contestador automático que decía «Hola» unas cuantas veces antes de colgar.
Desde entonces, Anderson ha desplegado sus armas de distracción masiva. Ha publicado conversaciones entre un hombre y un robot, algunas de las cuales duran hasta 15 minutos antes de que el teleoperador cuelgue.
Tiene varios miles de clientes que pagan 24,99 dólares al año por utilizar su sistema de desvío de llamadas, llamado Jolly Roger. El servicio de suscripción permite elegir entre Barbablanca u otras personalidades digitales, como Salty Sally, la madre agobiada, y Whiskey Jack, que se distrae con facilidad.
Después de contestar al teléfono, Jolly Roger mantiene la atención de quienes llaman con expresiones preestablecidas como «Tengo una abeja en el brazo, pero sigue hablando». Los chatbots también gruñen o dicen «ajá» para seguir la conversación.