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Un buen nombre de marca es casi tan importante como el producto en sí para triunfar, y Apple lo sabe bien. La empresa tiene un montón de dispositivos y apps que los usuarios reconocen inmediatamente sólo por su nombre.
Lo que a veces no se sabe es que inventar nombres memorables para los productos lleva mucho trabajo. A menudo requiere innumerables sesiones de brainstorming, en las que cada persona tiene sus propias ideas.
Resulta que el navegador web Safari de Apple estuvo a punto de ser conocido con un nombre totalmente distinto.
Don Melton, un ex ingeniero de Apple al que se le atribuye el mérito de haber iniciado y dirigido el equipo detrás del proyecto Safari, afirma que, durante una sesión del equipo de diseño en 2002, el entonces director general de Apple, Steve Jobs, empezó a enumerar posibles nombres para el navegador web de la empresa.
Una de las opciones que Jobs consideraba más adecuadas era «Freedom», que Melton supone que era una referencia al hecho de que el navegador web de Apple pretendía liberar a los usuarios de la obligación de tener que usar el Internet Explorer de Microsoft. Después de muchas discusiones, se descartó «Freedom».
Dentro de la empresa, la app del navegador recibió el apodo de «Alexander», por Alejandro Magno. Otros empleados de Apple se referían a menudo en broma a él como «iBrowse».
Finalmente, tras varios meses de discusiones en las sesiones del equipo, Jobs eligió «Safari» como nombre definitivo para el navegador. Y así nació Safari, aunque Melton no sabe quién propuso ese nombre en primer lugar.
La primera versión de Safari fue lanzada el 23 de junio de 2003, durante la Conferencia Mundial de Desarrolladores de ese año en San Francisco. Llegó como el navegador web por defecto para los Macintosh anunciados en el evento, que incluía el Power Mac G5.