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Siete años después de que comenzara la saga conocida por «Batterygate», ahora está llegando a su fin.
Algunos usuarios han comenzado a recibir su compensación de 92,17 dólares (84,14 euros), una superior a los 65 dólares prometidos el año pasado o los 25 dólares anunciados en su momento. La razón de este incremento se debe a la forma en que se calcula la compensación: el total se divide entre el número de demandantes después de restar los costes legales.
La historia comenzó en 2017, cuando los dueños de dispositivos más antiguos — como el iPhone o iPhone 6s — notaron una degradación en el rendimiento tras actualizar a iOS 10. Apple explicó más tarde que esta reducción de rendimiento respondía a evitar que el terminal sufriera apagados inesperados por la degradación de la batería.
Sin embargo, la ausencia de esta explicación en la lista de cambios de iOS y la imposibilidad de desactivarlo, llevó a que se presentara una demanda contra Apple, que se cerró en 2020.
Aunque Apple no reconoció haber obrado mal, se llegó a un acuerdo para «evitar una litigación compleja y costosa.» Como resultado, Apple acordó pagar entre 310 y 500 millones de dólares en compensaciones y costes legales.
Como resultado, los reclamantes con un iPhone 6, iPhone 6 Plus, iPhone 6s, iPhone 6s Plus y/o iPhone SE original con iOS 10.2.1 o posterior, así como los aquellos con iPhone 7 o iPhone 7 Plus con iOS 11.2 o posterior, antes del 21 de diciembre de 2017. Aquellos usuarios con varios dispositivos afectados podían iniciar varias reclamaciones.
Por supuesto, esta compensación solo aplica a los ciudadanos de Estados Unidos. Además, ya no es posible unirse a esta reclamación, sino que la lista de demandantes se cerró en octubre de 2020.