Apple y otras compañías podrían estar exentas de los aranceles de Trump

La reciente ofensiva arancelaria anunciada por Donald Trump está generando gran inquietud entre las empresas estadounidenses, y Apple se perfila como una de las más perjudicadas.
La mayoría de sus dispositivos se fabrican en China, el país que acaba de recibir un aumento arancelario del 125% sobre todos sus bienes.
Durante el evento conocido como el «Día de la Liberación», un periodista preguntó a Trump sobre la posibilidad de ofrecer exenciones a ciertas compañías. La respuesta del expresidente fue ambigua, pero dejó entrever que podrían contemplarse exenciones para aquellas firmas que resulten «más golpeadas». Y si se considera qué empresa depende más de la producción en China, es difícil no pensar en Apple.
Un análisis publicado por el Wall Street Journal calculó que, con los nuevos aranceles, el coste de fabricación del iPhone 16 Pro se incrementaría en aproximadamente 300 dólares. Este aumento tendría consecuencias significativas tanto para el margen de beneficios de Apple como para el precio final que pagarían los consumidores.
Lo que complica aún más la situación es la imprevisibilidad que ha caracterizado las decisiones comerciales de Trump en los últimos meses. Él mismo ha admitido que sus determinaciones respecto a las exenciones no siguen un criterio técnico riguroso, sino que se basan en su «instinto». Esto deja a las grandes compañías como Apple navegando en aguas inciertas.
Ante este panorama inestable, Apple no ha querido quedarse de brazos cruzados. La empresa con sede en Cupertino ha comenzado a acumular inventario como estrategia para mitigar el impacto inmediato de los aranceles. Además, se encuentra evaluando la posibilidad de ampliar su planta de fabricación en Brasil, un país que mantiene aranceles mucho más bajos y podría convertirse en una alternativa viable a la producción china.
Aunque por ahora todo se basa en especulaciones, la incertidumbre generada por las políticas comerciales de Trump podría alterar significativamente la cadena de suministro global. Apple, junto con otras grandes tecnológicas, se enfrenta a un dilema estratégico: seguir apostando por China o diversificar su producción hacia regiones menos expuestas a tensiones geopolíticas.