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Todos hemos trabajado (o trabajamos) en oficinas en las que la temperatura no se ajusta a nuestro gusto y parece haber sido ajustada por alguna fuerza malévola empeñada en hacernos pasarnos calor o frío a todos los trabajadores.
Además de utilizar sensores de temperatura con mejor o peor acierto, existe otra forma de conseguir información sobre la temperatura del edificio: preguntar a las personas que están en él. Si se les pregunta a ellos, las cosas funcionarán más eficientemente.
Eric Graham ha tratado de poner en marcha este mecanismo a través de Crowd Comfort – el primer termostato del mundo que recibe información de las personas.
Esta startup de Boston ha desarrollado este producto y uno de sus primeros clientes es General Electric, en uno de sus grandes edificios de 30.000 m2, y la Autoridad de Transporte de la Bahía de Massachusetts, que quiere utilizar la aplicación en trenes y estaciones.Compite con el termostato Nest, ahora propiedad de Google, y decenas de herramientas de mantenimiento de edificios del mercado, por lo que no lo va a tener fácil.
A Graham le gustaría que este termostato fuera el principio de una «red de sensores humanos», en las que las personas informasen de todos los aspectos de la operación y experiencia de un edificio. Puntuar el grado de confort con la temperatura podría ser solo el principio de lo que se puede hacer.