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El futuro de los chips informáticos podría estar estar en la miel o, al menos, eso es lo que afirman investigadores de la Universidad Estatal de Washington (WSU).
Los ingenieros de la WSU creen que la miel podría ser la clave para que la informática sea ecológica y, al mismo tiempo, lo suficientemente potente como para imitar el funcionamiento de un cerebro humano.
Esta forma de computación, hecha para simular el funcionamiento de las neuronas de nuestro cerebro, se denomina neuromórfica.
La computación neuromórfica se considera que puede ser el futuro de la tecnología, porque el cerebro humano puede procesar, analizar y adaptarse a lo que ve de una forma que un ordenador no puede. Aunque los ordenadores pueden procesar enormes cantidades de datos mucho más rápido de lo que lo haría un ser humano, nosotros seguimos teniendo ventaja a la hora de abordar los problemas de forma creativa.
Los sistemas neuromórficos están pensados para ser mucho más rápidos y consumir menos energía que los mejores ordenadores disponibles en la actualidad.
Un memristor es capaz de procesar y almacenar datos en la memoria, de forma muy parecida a como lo hace el cerebro humano. Es, por tanto, un componente similar a un transistor. Los ingenieros de la WSU lograron crear un memristor funcional a partir de miel.
Los científicos utilizaron miel auténtica. La procesaron hasta convertirla en una forma sólida que luego colocaron entre dos electrodos metálicos, una simulación de una sinapsis humana. Gracias a la investigación, pudieron emular con el memristor de miel el funcionamiento de las sinapsis humanas.
El memristor tenía el ancho de un cabello humano, pero es necesario hacerlo mucho más pequeño para que pueda servir a su propósito en el futuro. El tamaño objetivo será de aproximadamente 1/1000 de un cabello humano, ya que se necesitan millones para construir un sistema informático neuromórfico completo, funcional y de alto rendimiento.
Los memristores de miel tienen otra ventaja obvia: son totalmente biodegradables. Aunque el equipo también ha explorado el uso de otros materiales orgánicos, como proteínas y azúcares, la miel parece ser la ganadora hasta ahora.
Por supuesto, los investigadores tienen un largo camino que recorrer antes de implementar esta tecnología en cualquier producto comercial. Sin embargo, ya se han dado los primeros pasos cruciales.