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Un nuevo prototipo de pulsera incorpora flotadores que pueden desplegarse manualmente en caso necesario.
El dispositivo, conocido como T-1, ha sido inventado por Steven R. Tsitas, licenciado en Astronáutica e Ingeniería Espacial por la Universidad británica de Cranfield.
Se inspiró para crear el artilugio en una experiencia traumática, ya que quedó atrapado en una corriente cuando nadaba en una playa aislada de Baja California (México).
La idea es que la gente lleve puesto el dispositivo (que se pretende que haga las veces de reloj inteligente) cuando realice actividades como nadar o hacer surf. También podrían utilizarlo en cualquier situación en la que exista la posibilidad de encontrarse inesperadamente en el agua.
El T-1 contiene dos flotadores — uno a cada lado — cuya forma sigue la curva de la correa. En la parte superior de cada inflador hay un airbag de polímero, que se encuentra bajo una cubierta protectora externa.
Al pulsar un botón del T-1 se enciende eléctricamente un material sólido generador de gas en los infladores, produciendo rápidamente gas que llena los flotadores. A medida que se inflan, se desprenden de la cubierta, lo que les permite flotar en la superficie mientras permanecen unidos a la correa.
Es el mismo proceso por el que funcionan los airbags de los automóviles, aunque está diseñado para que se produzca un poco más despacio, en cuestión de segundos en lugar de milisegundos.
Una vez desplegados, los flotadores proporcionan una flotabilidad combinada de 10 kg, la misma que la de la mayoría de los chalecos salvavidas. A continuación, el usuario puede doblar el brazo y meter una bolsa bajo cada axila, procediendo a flotar en el lugar o a nadar de espaldas. También puede nadar de frente, con el brazo T-1 extendido hacia delante, como si estuviera nadando agarrado a un flotador.
Puedes ver una prueba de uno de los prototipos en el siguiente vídeo.