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Intel atraviesa una de las transformaciones más importantes de su historia reciente. Tras presentar resultados financieros decepcionantes en el primer trimestre de 2025, la compañía anunció una serie de medidas radicales que incluyen despidos masivos, reestructuración organizativa, eliminación de productos no esenciales y una nueva política de regreso a las oficinas.
Estas decisiones reflejan la visión de su nuevo CEO, Lip-Bu Tan, quien lleva apenas cinco semanas en el cargo.
Aunque Intel no ha especificado cuántos empleados serán despedidos, ya adelantó que los ajustes comenzarán en el segundo trimestre y se extenderán durante varios meses. Los rumores apuntan a una posible reducción del 20% de su plantilla, lo que podría traducirse en aproximadamente 20.000 empleados afectados.
Para contextualizar, en agosto de 2024, Intel ya había recortado alrededor del 15% de su fuerza laboral, unos 15.000 trabajadores.
Además, la compañía se ha comprometido a reducir sus gastos operativos en 1.500 millones de dólares durante los próximos dos años. El objetivo es bajar los costes a 17.000 millones de dólares en 2025 —lo que representa un recorte de 500 millones— y alcanzar los 16.000 millones en 2026, con un ajuste adicional de 1.000 millones.
Uno de los principales focos de Tan es eliminar la excesiva burocracia que, según él, ha frenado la innovación y la agilidad de Intel. Actualmente, algunos equipos tienen hasta ocho niveles jerárquicos, lo que ralentiza la toma de decisiones. Para cambiar esta situación, Tan ha iniciado una reestructuración del equipo directivo y planea seguir eliminando capas de gestión innecesarias.
Hasta ahora, el crecimiento del tamaño de los equipos era considerado un KPI clave para los managers. Esta filosofía será eliminada para dar paso a una cultura que premie la eficiencia, la acción y la ingeniería como pilares del éxito.
Otro de los cambios relevantes es la modificación de la política de trabajo presencial. A partir del 1 de septiembre, los empleados deberán acudir a las oficinas cuatro días a la semana, un aumento respecto a la norma anterior de tres días, que no siempre se cumplía.
El esfuerzo por mejorar la eficiencia interna también incluye la reducción drástica de reuniones innecesarias y de participantes en las mismas. Además, los requisitos de «Insights» y OKRs (Objetivos y Resultados Clave), que habían sido reinstaurados por el ex-CEO Pat Gelsinger, ahora serán opcionales. Esta decisión marca un cambio de filosofía bajo el liderazgo de Tan.
Aunque los detalles específicos del plan aún están en desarrollo, Tan dejó claro que busca una transformación profunda: reinventar a Intel como un icono de la industria. Su objetivo es lograr un regreso triunfal que pueda ser estudiado en las escuelas de negocios durante generaciones.
«Será difícil. Tomaremos decisiones dolorosas. Pero lo haremos con la certeza de que es lo necesario para servir mejor a nuestros clientes y construir el Intel del futuro,» afirmó Tan. Confiado en el talento de su equipo, el nuevo CEO está decidido a cambiar el rumbo de la compañía y posicionarla nuevamente como líder en innovación tecnológica.