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Durante años, los fabricantes de smartphones han trabajado intensamente para mejorar la resistencia de sus dispositivos. Sin embargo, las fundas se han convertido en casi un accesorio obligatorio desde los primeros smartphones.
A pesar de los avances en materiales y tecnologías de protección, ninguna marca se ha animado explícitamente a prescindir de ellas. ¿La razón? Puede deberse a la incertidumbre sobre la resistencia real del dispositivo ante caídas aleatorias, o quizá a los ingresos que generan las fundas oficiales.
En su última campaña publicitaria, Apple muestra al iPhone 16 cayendo al suelo sin sufrir daños. El mensaje es claro: puedes estar tranquilo, tu teléfono resistirá ese tipo de golpes.
Todo gira en torno a la tecnología Ceramic Shield, una marca registrada que Apple no pierde la oportunidad de destacar. La compañía presenta este componente como clave para garantizar una durabilidad superior, incluso sin funda.
El movimiento de Apple no es aislado. En los últimos meses, varios fabricantes de Android —especialmente marcas chinas— han reforzado notablemente la resistencia al agua y al polvo en sus dispositivos. Por su parte, Corning ha elevado las expectativas con Gorilla Armor 2, el cristal protector que equipa el futuro Samsung Galaxy S25 Ultra.
Con estos avances, la industria parece encaminada a un nuevo paradigma: teléfonos resistentes por diseño, no por accesorios. Esta evolución plantea una pregunta que sigue dividiendo a los usuarios: ¿usar el móvil con funda o llevarlo “al descubierto”?