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Por sorprendente que parezca, hasta hace poco, Japón todavía utilizaba disquetes para trámites gubernamentales, en una era donde el almacenamiento en la nube es ya una norma asumida.
Ahora, Japón ha declarado oficialmente su victoria sobre los disquetes al eliminar las 1.034 regulaciones que gobernaban su uso, con una única excepción relacionada con el reciclaje de vehículos.
El Fin de una Era
La Agencia Digital de Japón, establecida durante la pandemia de COVID-19 para mejorar la infraestructura digital del país, completó esta tarea a mediados del mes pasado. La creación de esta agencia fue una respuesta a los desafíos que el gobierno japonés enfrentó durante el despliegue nacional de pruebas y vacunaciones, revelando una dependencia obsoleta de la tecnología y los archivos en papel.
«¡Hemos ganado la guerra contra los disquetes el 28 de junio!» anunció Taro Kono, Ministro Digital de Japón, en un comunicado. Desde que asumió el cargo en 2022, Kono se comprometió a eliminar el uso de disquetes, llevando su campaña incluso a las redes sociales.
Adiós a los Disquetes
Los disquetes, que dependían del almacenamiento magnético para leer y escribir datos, fueron muy populares entre las décadas de 1970 y 1990, siendo usados principalmente para transferir datos entre ordenadores no conectados en red. Sin embargo, su uso comenzó a disminuir hace aproximadamente 25 años, cuando los ordenadores conectados a Internet y otros métodos de almacenamiento se volvieron más comunes.
Uno de los primeros movimientos hacia un futuro sin disquetes fue realizado por Apple en 1998, con el lanzamiento del iMac G3, que no incluía una unidad de disquetes. En los años siguientes, otras compañías siguieron su ejemplo.
En 2001, documentos internos revelaron que Intel quería abandonar los disquetes, PC World dejó de almacenarlos en 2007, y Sony, que tenía aproximadamente el 70% del mercado de disquetes de 3.5 pulgadas en 2010, anunció que cesaría todas las ventas de disquetes.
Aún con todo, los disquetes todavía tienen su mercado y hay quienes se ganan la vida vendiendo estos elementos de tecnología «vintage».