La fruta que peor huele del mundo podría marcar el futuro de la baterías
El durián no es una fruta demasiado conocida. Para algunos, es una fruta deliciosa pero para otros su sabor es horrible. En lo que todos parecen estar de acuerdo es en que su olor es uno de los peores del mundo y a menudo ha sido comparado con de los cadáveres en descomposición
Sin embargo, independientemente de su sabor y olor, los científicos han descubierto otro uso potencial: la carga de nuestros dispositivos electrónicos y tal vez incluso los coches eléctricos.
Vincent G. Gomes, profesor asociado de la Universidad de Sydney, es coautor de un nuevo artículo científico que describe un novedoso método de extracción de desechos biológicos de durian y jackfruit para obtener cargadores eléctricos más eficientes y ultrarrápidos.
Obviamente la idea no es que los fabricantes introduzcan pequeños trozos de fruta en la batería de tu coche. En su lugar, Gomes y su equipo han descubierto un proceso en el que pueden convertir las tripas de la fruta en supercondensadores que pueden almacenar grandes cantidades de energía.
Debido a las preocupaciones medioambientales y a los altos costes, la investigación sobre la energía está cambiando el enfoque de las típicas baterías de iones de litio a los supercondensadores.
Si bien los condensadores están muy por delante de las baterías en algunos aspectos — no contienen metales tóxicos y pueden recargarse casi infinitamente — no almacenan la misma cantidad de energía eléctrica que una batería normal.
Aquí entran en juego los supercondensadores, que tienen placas metálicas más grandes en su interior. Cada una está cubierto con una sustancia porosa como el carbón activado, que crea una mayor superficie para almacenar más carga. Si hacemos el símil de que la energía eléctrica sea agua, un condensador viejo normal es como un paño, que contiene sólo un poco de agua, y un supercondensador sería como una esponja.
La adopción de supercondensadores sigue siendo costosa, por lo que Gomes y sus colaboradores han recurrido a los relativamente baratos desechos orgánicos del fruto del árbol y del durián para el recubrimiento de las placas de los supercondensadores.
Debido a que el poder absorbente del carbón en polvo ayuda a los supercondensadores a almacenar más energía, tiene sentido que la biomasa que contiene carbono, como la pulpa de frutas altamente porosas como el durián, pueda ser un buen añadido.A partir de las frutas, Gomes y el resto del equipo consiguieron sintetizar un aerogel de carbono para recubrir las placas de los supercondensadores.
«Las porciones fibrosas y carnosas de los desechos orgánicos con buena estabilidad mecánica se consideraron como precursores candidatos en comparación con los duros y densos. Los desechos de frutos de durián (Durio zibethinus) y de jackfruit (Artocarpus heterophyllus) fueron seleccionados como candidatos en base a sus estructuras y a su perspectiva de dopaje con nitrógeno intrínseco», escriben los investigadores en el documento.