Los empleados de Google pierden el interés por llevar puestas las Glass
Google Glass es uno de los proyectos de Google que más atención ha acaparado, especialmente durante la primera mitad de 2013, pero parece que el interés se está apagando por momentos.
Roberto Scoble, evangelista de las Google Glass, ha escrito recientemente que se siente preocupado porque los empleados de Google ya no llevan puestas sus gafas Glass. Según parece, la mayoría de ellos no quieren ir anunciando por ahí que trabajan para Google.
La idea de Google Glass es buena, ya que permite recibir mensajes y alertas sin tener que sacar el teléfono del bolsillo a cada minuto. La idea es que utilizar el móvil nos distrae, y con Google Glass no tenemos que perdernos lo que ocurre alrededor.
Sin embargo, el uso de Google Glass se está percibiendo como algo grosero y extravagante. Aquellos que las llevan puestas en todos sitios son los nuevos glassipollas.
Mat Honan, de Wired, un auténtico fanático de las Glass, escribió lo siguiente en el artículo sobre su experiencia llevando Glass durante un año:
«Mi experiencia con Glass me ha dejado un poco receloso del uso de dispositivos que se llevan puestos ya que nunca estoy seguro de dónde están bien vistos. No llevo unas gafas de 1.500 dólares cuando voy en transporte público porque es bastante probable que me las arranquen de la cara. Tampoco las llevo a una cena, porque es de tan mala educación como tener el móvil en la mano durante toda la velada. Tampoco las llevo a un bar. Y no las llevo al cine. No puedo llevarlas al patio de recreo o el colegio de mi hijo porque a veces asustan a los niños.»
Si gente como Honan o como los empleados de Google no se sienten cómodos llevando Glass en público, no parece probable que se vayan a popularizar. Son ellos quienes deberían empezar llevándolas para que el mundo se acostumbre a verlas como algo normal. Si les da miedo o recelo, acabará siendo un producto de nicho.
Como comenta John Gruber en su blog, «cuando tus propios empleados no utilizan o apoyan tu producto, el problema está en el producto, no en los empleados.»
En mi opinión, veo difícil que Glass se acabe popularizando hasta el punto de que la gente las lleve por la calle como algo normal. Sin embargo, creo que determinados profesionales sí que adoptarán el uso de Glass como una herramienta más en su trabajo diario. Un buen caso de uso del que ya hemos hablado anteriormente son los cirujanos en la mesa de operaciones.