Llega el momento de los inodoros inteligentes: La herramienta definitiva de la salud

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Durante los últimos 10 años, Sonia Grego ha estado pensando en los inodoros, y más concretamente en lo que depositamos en ellos.

«Estamos centrados en el análisis de las heces», dice la profesora de investigación de la Universidad de Duke. «Creemos que hay una increíble oportunidad sin explotar para los datos sanitarios. Y esta información no se aprovecha por la aversión universal a algo que tenga que ver con las heces».

Grego está trabajando en un inodoro que utiliza sensores e inteligencia artificial para analizar los desechos; espera tener listo un primer modelo para un estudio piloto dentro de nueve meses.

«El inodoro que tenemos en casa no ha cambiado funcionalmente en su diseño desde que se introdujo por primera vez», dice, «en la segunda mitad del siglo XIX».

Por supuesto, ahora hay inodoros con capacidad para echar chorros de agua, emitir sonidos o mantener nuestro trasero calentito, pero esto no es nada comparado con lo que Grego prevé.«Todos los demás aspectos de tu vida -la electricidad, la comunicación, incluso el timbre — han mejorado sus capacidades».

 

Ha llegado el momento del inodoro inteligente y es un mercado potencialmente enorme: en el mundo desarrollado, todo el que puede utiliza el inodoro varias veces al día.

Grego añade que «ciertamente se imagina un mundo» en el que un inodoro que haga algo más que tirar de los excrementos «esté al alcance de todos los hogares». Hay numerosas empresas que trabajan para llevar esto al mercado.

El inodoro podría convertirse en la herramienta definitiva de control de la salud. Grego cree que su producto — que analiza y hace un seguimiento de las muestras de heces y envía los datos a una aplicación — proporcionará «información relacionada con el cáncer y muchas enfermedades crónicas».

«Disponer de una tecnología que haga un seguimiento de lo que es normal para un individuo podría avisar a tiempo de que es necesario un chequeo». En el caso de las personas con afecciones específicas, como la enfermedad inflamatoria intestinal, el dispositivo podría proporcionar un seguimiento útil para los médicos.

 

Un inodoro inteligente podría hacer sugerencias sobre el estilo de vida: podría indicarte que comas más fibra o ciertos nutrientes, por ejemplo, o averiguar qué tipo de comida desencadenó un episodio gástrico incómodo.

En 2018, Panasonic lanzó en China un inodoro inteligente que analizaba la orina y rastreaba la grasa corporal. Este año, en el CES 2021, el fabricante japonés Toto anunció su «inodoro de bienestar», un concepto, pero algo en lo que está trabajando (anteriormente desarrolló un inodoro que analiza el flujo de orina).

Sus sensores — incluyendo uno para el olor — tendrían como objetivo detectar problemas de salud y condiciones como el estrés, pero también hacer sugerencias sobre el estilo de vida. En una imagen proporcionada por la empresa, se imaginaba que el inodoro te enviaría una receta de ensalada de salmón y aguacate.

 

Investigadores de la Facultad de Medicina de Stanford han estado trabajando en una tecnología que puede analizar las heces (incluido el «tiempo de caída de las heces») y seguir la velocidad y el color de la orina, además de analizarla.

Según un artículo publicado en Wall Street Journal, los investigadores se han asociado con Izen, un fabricante coreano de inodoros, y esperan tener prototipos para finales de año.

Para diferenciar a los usuarios, Izen ha desarrollado un escáner que puede reconocer las características físicas de quien se sienta en el inodoro o, en palabras de los investigadores, «los rasgos distintivos de su anodermo» (la piel del canal anal). Al parecer, tu «huella anal», como tus huellas dactilares, es única.

 

¿Se convertirá el inodoro inteligente en un accesorio de baño normal? Esta pregunta sólo es aplicable en el mundo desarrollado. Si queremos hablar de desigualdad en los retretes, 3.600 millones de personas — casi la mitad de la población mundial — no tienen acceso a un saneamiento seguro, y mucho menos a un retrete que pueda hacer un seguimiento de la calidad del sueño y la ingesta de fibra.

Pero los que trabajan en los aseos inteligentes son optimistas. «Se trata de averiguar cómo llevar la tecnología que tenemos en el laboratorio a un retrete a una escala que sea asequible y sólida. Ese es el reto. Podría ser dentro de 10 o 30 años, pero creo que es algo que va a suceder».

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