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Netflix perdió clientes durante la primera mitad de 2022, el peor período de seis meses en su historia, lo que lo obligó a despedir a cientos de empleados y reducir la programación. Sus acciones se desplomaron, perdiendo unos 200.000 millones en valor de mercado. Después de una década de crecimiento rápido, parecía que Netflix finalmente había alcanzado un límite.
Los servicios de Netflix competían por espectadores, especialmente en Estados Unidos. La guerra en Ucrania había obligado a la empresa a retirarse de Rusia, donde tenía una base de clientes pequeña pero en crecimiento. La inflación estaba haciendo que los usuarios fueran más sensibles al precio, limitando su capacidad para aumentar lo que cobraba.
Netflix respondió con dos iniciativas importantes: publicidad y una lucha contra el intercambio de contraseñas, que muchos observadores interpretaron como signos de desesperación. La empresa siempre había dicho que no le importaba si los usuarios compartían cuentas, y había hecho de «sin publicidad» un punto central de su propuesta.
Netflix, antes una alternativa amigable para el consumidor en comparación con otros servicios tradicionales, comenzaba a sentirse como un servicio más, y su desaceleración hizo que Wall Street cuestionara toda la industria del entretenimiento.
Sin embargo, la empresa ha cerrado las bocas de los escépticos una vez más, convirtiendo a millones de suscriptores «gorrones» en suscriptores de pago sin una revuelta de usuarios. El servicio de streaming agregó casi 30 millones de clientes el año pasado, su segundo mejor rendimiento anual, y 9.3 millones adicionales en el primer trimestre de este año, su mejor comienzo desde el auge del streaming pandémico de 2020.
Después de años de quemar efectivo para impulsar su expansión, Netflix está en camino de generar 10.000 millones de dólares en ganancias en 2024.
Mucho del crédito va para Peters, el co-CEO de Netflix. Su exjefe, el cofundador de Netflix, Reed Hastings, puso a Peters a cargo de la publicidad y la lucha contra la compartición de cuentas.
«Ha tomado algunas decisiones geniales para nosotros», dice Hastings. «Inspiró al equipo para hacer todo en seis meses. Ese es un cronograma increíble, y él fue el general en el campo de batalla». Hastings se retiró como co-CEO el año pasado, cediendo su puesto a Peters, que, a los 53 años, es una década más joven.
Colegas y socios comerciales describen a Peters como inteligente, pragmático y ambicioso. Después de orquestar el exitoso cambio de rumbo de la empresa en los últimos 24 meses, está empezando a sentirse cómodo con la naturaleza pública de su trabajo.