¿Por qué Samsung se permite pedir más de 1.000 euros por el Galaxy Note8?

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El precio del Samsung Galaxy Note8 ha superado la barrera psicológica de los 1.000 euros, un umbral que casi ningún otro gran fabricante de smartphones se ha atrevido a cruzar hasta la fecha.

Sin embargo, lejos de sorprendernos, la escalada de precios en los smartphones de gama alta se ha convertido en algo cotidiano que tiene preocupados a los usuarios. El fatídico Samsung Galaxy Note7 salió a la venta el año por 859 euros, y su sucesor llega ahora por 150 euros más.

Samsung no es la única compañía que viene incrementando los precios de sus smartphones año tras año sino que todas las compañías parecen haberse unido a esta tendencia. A menor escala, el LG G5 salió a la venta en 2016 por 699 euros, mientras que el LG G6 lo hizo este año por 749 euros.

Incluso compañías como OnePlus, cuyo principal valor se encuentra en la relación especificaciones-precio, ha venido aumentando el precio de su smartphone estrella año tras año, y el OnePlus 5 ya parte de 499 euros, mientras que su antecesor OnePlus 3 lo hizo por 399 euros.

Existen varias razones que pueden explicar este incremento de precio. Por un lado, están los precios de los componentes, que lejos de abaratarse parecen ser cada vez más caros dado que los teléfonos utilizan tecnologías cada vez más sofisticadas. Tampoco podemos olvidar el esfuerzo de innovación que hay detrás de cada nuevo teléfono: la increíble pantalla sin marcos del Galaxy Note8 y su cámara con estabilización óptica en ambas lentes no son algo al alcance de cualquier marca.

Por otro lado, el incremento de precio también podría responder a un problema de saturación del mercado. Si se venden menos smartphones cada año — no por falta de interés en el producto, sino porque cada vez hay menos usuarios a los que vender su primer smartphone y además estos duran más tiempo — debo subir el precio para repartir los costes fijos entre menos unidades y mantener la rentabilidad.

Sea como fuere, a fabricantes como Samsung no les está yendo mal con esta estrategia de precios ascendentes. El Samsung Galaxy S8 llegó con un precio de 809 euros y el Galaxy S8+ lo hizo por 909 euros, en ambos casos bastante por encima de los precios Galaxy S7 y S7 edge del año pasado, y las ventas de ambos teléfonos han batido récords.

Por tanto, nada hace pensar que con el Galaxy Note8 las cosas vayan a ser diferentes, más aún cuando este smartphone tiene una característica única — el puntero S Pen — que no ofrece ningún otro fabricante y que, para muchos usuarios, es un elemento de gran valor. ¿Qué alternativas tiene un usuario que quiera un puntero como el S Pen para ser más productiva?

Si a esto sumamos que, el año pasado, miles de fans de la serie Galaxy Note se quedaron sin dispositivo nuevo por los conocidos problemas del Note7, no es raro pensar que haya millones de usuarios esperando poner la mano encima al Galaxy Note8.

Por otro lado, tampoco debemos olvidar que muchos usuarios no pagarán el precio completo de este dispositivo sino que se harán con él a un precio reducido, bien sea por promociones de los operadores o aprovechando ofertas de distribuidores.

Incluso los usuarios que se hagan con el Galaxy Note8 antes que nadie, recibirán un regalo, en forma de Samsung Dex (159,99 euros en tienda oficial, 95 euros en tiendas online), que contribuye a que el desembolso económico no parezca tan elevado.

Además, aquellos que estén dispuestos a esperar unos pocos meses verán cómo el precio del teléfono va reduciéndose. A día de hoy, cuatro meses después del lanzamiento del Galaxy S8, podemos encontrar este teléfono por casi un 20 por ciento menos en sitios como Amazon, aunque su precio oficial en la web de Samsung no se ha reducido.

Todo esto no quita para que el precio de los smartphones esté llegando a valores inesperados, que hasta ahora estaban reservados a ordenadores. Es cierto que un smartphone es capaz de hacer cada vez más cosas y que con tecnologías como Samsung DeX podemos incluso emular el comportamiento un ordenador, pero no es lo mismo. Las apps para móviles no son comparables a las de Windows o macOS en prestaciones, ni tampoco la gestión de múltiples ventanas, complementos del navegador, etc.

Pagar más de 1.000 euros por el Galaxy Note8 es un desembolso muy grande, sobre todo si nos fijamos únicamente en las especificaciones y lo comparamos con otros smartphones igual de potentes, como el OnePlus 5, que cuestan la mitad de dinero.

Sin embargo, es la suma de muchas pequeñas cosas — pantalla sin bordes, cámara dual con doble OIS, puntero S Pen, carga inalámbrica, escáner de iris, resistencia al agua, soporte técnico, imagen de marca, etc. — lo que explica por qué Samsung se permite pedir a los usuarios esta suma y por qué el Note8 va a ser, probablemente, un éxito de ventas.

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