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San Francisco ha puesto en marcha un servicio de autobús autónomo, menos de una semana después de que los reguladores californianos aprobaran la expansión de los taxis autónomos.
El servicio de transporte gratuito funcionará diariamente en una ruta fija denominada Loop alrededor de Treasure Island, antigua base naval de EE.UU. situada en medio de la bahía de San Francisco. El Loop realiza siete paradas, conectando barrios residenciales con tiendas y centros comunitarios. En la isla viven unas 2.000 personas.
El vehículo totalmente eléctrico, que no tiene asiento de conductor ni volante, cuenta con un ayudante que puede conducir el autobús con un mando manual si es necesario. El condado ofrece este servicio como parte de un programa piloto subvencionado para evaluar cómo los vehículos autónomos pueden complementar el sistema de transporte público.
«Contar con un asistente a bordo hace que todo el mundo se sienta cómodo», afirma Tilly Chang, directora ejecutiva de la Autoridad de Transporte del Condado de San Francisco. «Por ahora es solo una demostración para ver qué aspecto tiene y cómo funciona tener un servicio de lanzadera sin conductor en un entorno de bajo volumen y baja velocidad».
San Francisco es una de las cada vez más ciudades de todo el mundo que están probando la seguridad y el potencial de los vehículos autónomos para transformar el transporte público.
Las lanzaderas están operadas por Beep, una empresa con sede en Orlando (Florida) que ha puesto en marcha programas piloto similares en más de una docena de comunidades estadounidenses, incluido el servicio en el zoo de Miami, la Clínica Mayo y el Parque Nacional de Yellowstone.
«Estas lanzaderas están pensadas para trayectos de primera y última milla, de conectividad corta. No pretenden sustituir a un sistema de autobuses», explica Shelley Caran, directora del proyecto Beep. «El vehículo autónomo tendrá mejor tiempo de reacción que un humano y ofrecerá un servicio más fiable porque no se distraerá».
Durante un viaje de prueba el miércoles, el transbordador circuló despacio y con precaución en modo autónomo. Un asistente dirigió manualmente el vehículo alrededor de un camión utilitario que bloqueaba parte de la carretera.
La tecnología de conducción autónoma podría hacer que los autobuses fueran más seguros, pero requerir conductores o asistentes a bordo podría socavar una de sus ventajas percibidas: la reducción de los costes laborales.