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Los científicos han demostrado que analizar los cambios vocales es una manera sorprendentemente precisa de determinar cuán ebrios estamos.
En un esfuerzo por protegernos de nosotros mismos, a lo largo de los años, los científicos han buscado diversas opciones de autoanálisis para determinar cuándo hemos bebido en exceso.
Hemos visto aplicaciones que analizan los patrones oculares, asientos de automóviles que miden la presión, sensores que analizan el sudor e incluso urinarios parlantes, todos diseñados para evaluar nuestro grado de embriaguez y, con suerte, ayudarnos a tomar decisiones más acertadas, como llamar a un taxi en lugar de conducir si estamos demasiado ebrios.
Ahora, investigadores de la Facultad de Medicina de Stanford y la Universidad de Toronto creen que han descubierto otra forma de proporcionar información instantánea sobre nuestro estado de embriaguez.
Realizaron un pequeño estudio en el que dieron a 18 adultos una dosis de alcohol basada en su peso corporal. También les pidieron que leyeran un trabalenguas mientras eran grabados por un teléfono colocado a medio metro de distancia. Leyeron uno antes de beber y luego cada hora después. Además, se controlaron los niveles de alcohol en sangre cada 30 minutos durante las siete horas del estudio.
A continuación, desglosaron las grabaciones de voz en incrementos de un segundo y las analizaron utilizando métricas que incluyen tono y frecuencia. Una vez construida la base de datos, los investigadores descubrieron que podía predecir con precisión los niveles de embriaguez correctamente en un impresionante 98% de las ocasiones.
Los investigadores creen que incorporar su sistema en teléfonos inteligentes y permitirle acceder al micrófono podría ser una forma de monitorizar los niveles de embriaguez de los usuarios y enviar alertas cuando detecta que alguien está demasiado ebrio para conducir.
Dicho sistema también podría combinarse con otras capacidades del teléfono, como el acelerómetro para detectar patrones de marcha inusuales o un sistema para analizar los mensajes de texto en busca de cambios en los patrones de comunicación que puedan indicar embriaguez. Esto podría crear una intervención mientras la persona aún es capaz de responder a ella.