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Este otoño, una iglesia católica en Suiza sorprendió al integrar un «Jesús de IA» en un confesionario, como parte de un proyecto que explora la relación entre religión, arte y tecnología.
La instalación, titulada Deus in Machina y desarrollada en la Universidad de Lucerna, buscaba reflexionar sobre cómo las máquinas pueden interactuar con conceptos espirituales.
El título en latín, que significa «dios desde la máquina», hace referencia a un recurso teatral de la Antigua Grecia y Roma donde un dios aparecía en escena para resolver problemas imposibles. En este caso, el «dios» es un holograma de Jesús, animado por un programa de inteligencia artificial que incorpora textos teológicos.
Interacciones con el Jesús de IA
Los visitantes podían hacer preguntas al holograma, que aparecía en una pantalla detrás de un enrejado similar al de un confesionario tradicional. No obstante, se advertía a los usuarios que no compartieran información personal y que fueran conscientes de que interactuaban con una simulación, no con un ser humano.
A pesar de titulares que sugerían que este Jesús de IA realizaba confesiones de pecados, esto no era cierto. El proyecto no buscaba replicar el sacramento de la confesión, pero su ubicación dentro de un confesionario real generó incomodidad en algunos expertos.
En la tradición católica, el confesionario es un espacio sagrado donde los fieles confiesan sus pecados a un sacerdote para recibir absolución. Este acto implica una dimensión comunitaria y profundamente humana: los pecadores buscan reconciliarse con Dios a través de la intermediación de un representante humano de la iglesia.
Tecnología y espiritualidad: ¿un futuro compartido?
El proyecto Deus in Machina plantea preguntas profundas sobre el papel de la tecnología en la religión. Si bien un programa como Jesús de IA podría ofrecer información y orientación espiritual, desde la perspectiva católica, no puede sustituir la experiencia humana del sacramento. La falta de un cuerpo, emociones y esperanza trascendental en una IA impide que esta pueda otorgar absolución auténtica.
El papa Francisco ha destacado la importancia de revitalizar la confesión y ha ejemplificado su valor al confesar públicamente en el Vaticano. Aunque herramientas como la IA podrían complementar la práctica religiosa en el futuro, la esencia de los sacramentos radica en la interacción humana, un aspecto que las máquinas, por muy avanzadas que sean, no pueden replicar plenamente.
Este experimento sugiere que la colaboración entre tecnología y espiritualidad debe abordarse con cuidado, respetando las dimensiones humanas y sagradas que constituyen la fe.