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Hace ya diez años desde que Windows 10 fue anunciado por primera vez, y es sorprendente pensar en todo lo que ha cambiado desde entonces. Aquel sistema operativo, lanzado como una revolución que corregiría los errores de su predecesor, Windows 8, ha tenido un camino lleno de aciertos, pero también de obstáculos.
Corría el año 2014, y Microsoft necesitaba redimir su imagen tras el fracaso de Windows 8 y el declive de Windows Phone. El soporte de Windows 7 se acercaba a su fin, y muchos usuarios no estaban dispuestos a actualizar sus equipos que aún funcionaban perfectamente.
Frente a este panorama, Microsoft apostó por Windows 10, un sistema que, a grandes rasgos, traería de vuelta el icónico menú de inicio y dejaría atrás las molestas aplicaciones de pantalla completa de Windows 8.
Entre las novedades más importantes se encontraba la introducción de aplicaciones universales (UWP), una tecnología que prometía permitir a los desarrolladores crear aplicaciones compatibles tanto con PC como con móviles. Además, Microsoft planteaba puentes para facilitar la conversión de aplicaciones de iOS y Android a Windows, aunque proyectos como Project Astoria quedaron en el olvido antes del lanzamiento oficial de Windows 10.
El lanzamiento y la reacción de los usuarios
Windows 10 se lanzó oficialmente el 29 de julio de 2015 como una actualización gratuita para quienes usaban Windows 7 o Windows 8.1. Microsoft quería unificar a todos los usuarios bajo una misma plataforma, lo que llevó a una agresiva campaña para incentivar la actualización, a menudo demasiado insistente.
Desde anuncios a pantalla completa hasta notificaciones que llevaban a los usuarios a actualizar casi sin darse cuenta, la empresa utilizó todo tipo de estrategias.
Sin embargo, el sistema operativo no estaba completamente listo. A pesar de la presión de los fabricantes de hardware para adelantar el lanzamiento, muchos usuarios se encontraron con una versión inmadura, lo que provocó problemas de rendimiento y una mala primera impresión.
Unos meses después del lanzamiento, en noviembre de 2015, Microsoft liberó la versión 1511, una actualización que, aunque mejoró ciertos aspectos, no logró calmar las críticas iniciales. Durante este tiempo, se lanzaron nuevos dispositivos como la Surface Pro 4 y los Lumia 950 y 950 XL, todos plagados de problemas de hardware. El esperado Windows 10 Mobile, destinado a reemplazar Windows Phone, sufrió retrasos y promesas incumplidas, generando descontento entre los usuarios.
La actualización más destacada de 2016 fue la Anniversary Update, que introdujo herramientas como Windows Ink y una nueva aplicación de Skype basada en UWP. Aunque para entonces, la emoción por Windows 10 ya empezaba a disiparse entre los usuarios más entusiastas.
La era de los creadores y el fin de Windows 10 Mobile
El año 2017 marcó el inicio de la «era de los creadores», con dos actualizaciones principales: la Creators Update y la Fall Creators Update. Microsoft apostaba fuerte por la creación de contenido en 3D y la realidad mixta, con la introducción de Paint 3D y la plataforma Windows Mixed Reality.
Sin embargo, estas innovaciones no lograron capturar la atención de los usuarios, y Windows 10 Mobile terminó siendo una causa perdida, recibiendo su última actualización significativa en 2017.
Durante este año, Microsoft formalizó el lanzamiento de dos grandes actualizaciones anuales, una en primavera y otra en otoño. No obstante, las actualizaciones empezaron a centrarse más en la estabilidad que en la incorporación de nuevas funciones, marcando una tendencia hacia un mantenimiento más conservador del sistema operativo.
La llegada de Windows 11 y el fin de una era
Con el paso de los años, las actualizaciones de Windows 10 fueron perdiendo emoción, y la plataforma comenzó a estar en lo que muchos llamaron «modo de mantenimiento». Microsoft ya no prometía características revolucionarias y, tras varios años sin grandes cambios, llegó el inesperado anuncio de Windows 11 en 2021.
Windows 11 marcó un cambio de estrategia. Esta nueva versión, a diferencia de Windows 10, no buscaba actualizar hardware antiguo y estaba destinada a equipos más modernos. Aunque muchos usuarios podían optar por una actualización gratuita, la compatibilidad de hardware se convirtió en una barrera para algunos dispositivos que, a pesar de ser relativamente recientes, quedaron fuera de la lista de elegibles.