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De la noche a la mañana Windows parece haberse hecho un poquito más inteligente ya que una nueva página de soporte de Microsoft describe una funcionalidad hasta ahora desconocida.
A partir de ahora, si Windows detecta que una actualización causa un fallo en el arranque, el sistema desinstalará la actualización y volverá a una configuración que debería funcionar correctamente. A continuación, bloqueará la actualización durante 30 días.
La página afirma que esto ocurre tanto si falla un parche del sistema como una actualización de un driver. Esto es una excelente noticia ya que no sería la primera vez que una actualización de Windows genera problemas y Microsoft tiene que bloquearla.
Cuando se detectan problemas con actualizaciones, estos son corregidos y las actualizaciones se vuelven a lanzar en unos pocos días o semanas, así que el plazo de 30 días debería ser suficiente para que la actualización haya sido resuelta antes de volver a intentar aplicarla.
Por el momento, no se sabe si esto aplicará a las grandes actualizaciones o únicamente a los parches mensuales. Sin embargo, todo parece apuntar a que las grandes actualizaciones que se producen dos veces al año no se verán afectadas ya que utilizan una lógica de marcha atrás diferente.